A diferencia de los árboles, nosotros sí hemos nacido para viajar: sin raíces que nos detengan y con todo un mundo por descubrir. Sin embargo, salir al mundo con el equipaje a cuestas no nos convierte en viajeros perfectos. De hecho, si todos podemos viajar, ¡no todos podemos hacerlo bien! No hay que temer: un viajero experto es aquel que ha pasado por muchísimos errores. Y aunque definitivamente tenemos mucho que aprender, hacer el ridículo a lo largo de los años nos ha enseñado muchas y valiosas lecciones.
En este sentido “¡Nosotros lo hemos hecho para que tú no tengas que hacerlo!”, he aquí algunos valiosos consejos para ayudarte a clavarla.
Empacar de más – y empacar mal
Empecemos con calma y despacio. Esta puede parecer obvia, pero créenos, resulta la más fácil en la que puedes fallar. Tanto si planeas un viaje de fin de semana como un mes sabático entero, el exceso de equipaje es una trampa que siempre está a la vuelta de la esquina. Demasiadas veces hemos acabado mirando un par de calzado extra con la expresión facial de un pez desconcertado, preguntándonos “¿por qué están aquí?”.
Ya hemos hablado de cómo el minimalismo puede ayudarte con el problema del equipaje. Te sorprendería saber cuánto puede caber en una mochila. Y recuerda que hay cosas que merece la pena dejar atrás para comprarlas en tu destino.
Otro error que comete la gente es llenar su equipaje de la forma más impráctica. Es cierto que hay que estar preparado para cualquier eventualidad. Pero hay formas de estar preparado sin tener que llevar todo el armario. Comprueba siempre el clima estacional de tu destino y adopta la estrategia más lógica.
Subestimar los beneficios de elaborar un presupuesto
La emoción de las vacaciones es innegable, y pronto te sentirás como un niño en un parque infantil. Pero no nos dejemos llevar. Lo entendemos, quieres probar todas las experiencias de Airbnb, visitar todas las atracciones y reservar todos esos restaurantes de lujo. Sin embargo, dejarse llevar por el entusiasmo puede significar quedarse sin dinero, con consecuencias desagradables.
Esto no significa que debas dejar de hacer cosas. Pero te aconsejamos que elabores un presupuesto aproximado antes de tu partida. Tendrás que tener en cuenta todos los gastos de comida, alojamiento, transportes, entretenimiento y compras necesarias. Además, añade siempre algo de dinero extra al presupuesto general, y guárdalo para imprevistos y emergencias.
Mientras estés de vacaciones, intenta llevar un control de tus gastos: ayúdate de buenas aplicaciones de gestión de finanzas, como la de tu propio banco o Apps como Fintonic, Mooverang, Monefy, Weplan, Mint, Wallet, 1Money, y muchas más (elige la que más te guste).
Meterse en situaciones de riesgo
Nadie quiere ser un aguafiestas: un poco de fiesta nunca hace daño a nadie. Sin embargo, siempre hay que ser consciente de los límites. Es fácil perder el control durante las vacaciones, ya que dejar de lado las inhibiciones parece una recompensa bien merecida. Es aún más fácil beber demasiado alcohol si optas por albergues con fiestas o si viajas con un grupo joven y animado.
Recuerda que estás en una ciudad desconocida y que no todo el mundo es un ser humano amable. Probablemente sonemos como tu madre, pero a veces es mejor prevenir que curar. Diviértete, por supuesto, pero mantente lúcido y actúa de alguna manera responsable.
Además, evita cualquier situación innecesaria que pueda ponerte en peligro. Por ejemplo, no te adentres solo en calles oscuras y vacías a altas horas de la noche, o no aceptes con facilidad que te lleven desconocidos. Es una cuestión de sentido común, pero a veces también nos olvidamos de lo más básico.
Más sobre el tema: 14 consejos de seguridad en los viajes que debes recordar.
Siempre ir a por la opción más barata
Somos tremendamente culpables de esto. Nos encantan las gangas, a quién no; pero nuestro enfoque ahorrativo nos ha llevado a más de un final desagradable. Hemos perdido muchas horas de sueño por las escalas demasiado largas, mucha comodidad por las habitaciones concurridas y sucias, muchas horas en el baño por la comida barata pero de aspecto dudoso.
Si eres como nosotros, estamos seguros que siempre que buscamos restaurantes u hostales, usamos el mismo filtro. Sin embargo, el tiempo y la experiencia nos han enseñado las maravillas de una buena relación calidad-precio. A veces, no hace falta gastar mucho más para conseguir una buena oferta.
La conclusión es: no pongas en peligro toda tu experiencia por unos pocos euros, porque muchas veces no merece la pena.
Ser un mal turista
Sinceramente, no hay necesidad de ponerse a predicar y criticar a la gente que no “actúa como un local”. No hay nada malo en ser turista -lo eres, inevitablemente-, pero sí lo hay en ser un pésimo turista.
No pasa nada por hacer un millón de fotos de un lugar emblemático, si eso es lo que te gusta; no pasa nada por pasear por las calles más famosas en lugar de coger los callejones; no pasa nada por elegir la comida rápida en lugar de la local si te apetece. No juzgues a la gente con demasiada dureza, y no dejes que las tontas etiquetas controlen tu itinerario. Simplemente, experimenta lo que desees de la manera que te parezca más adecuada.
Dicho esto, no te dejes el respeto y el buen comportamiento en casa. La gente no te aprobará si eres grosero, ruidoso, si empujas a la gente mientras haces cola, si actúas de forma inapropiada en una zona pública, sólo porque eres un turista.
Hay que estar siempre atento a las normas que hay que seguir cuando se viaja, sobre todo si piensas visitar un lugar de algún modo sagrado. Investiga en Internet sobre las costumbres y el comportamiento típico de la cultura en la que vas a sumergirte: un poco de sensibilidad siempre viene bien.
Confiar en todo lo que oyes, y ser estafado
Hay una delgada línea entre la confianza y la ingenuidad, pero la línea está ahí. Hay gente que se dedica a aprovecharse de los turistas. Y disfrazan su personalidad haciéndose los simpáticos y amables.
No obstante, siempre hay que desconfiar de los consejos de los desconocidos e informarse de las posibles estafas antes de viajar. El taxista que desvía la ruta porque tu hotel ya no está allí, o el lugareño que promete darte el mejor tour de la ciudad… bueno, puede que no tengan tus mejores intereses en mente.
Nosotros también padecemos el “síndrome de complacer a la gente”, y tendemos a decir que sí bastante rápido cuando alguien es ligeramente insistente. Y sí, hay gente agradable que quiere ayudar de forma sincera y desinteresada, no queremos que pierdas la fe en la humanidad. Sólo hay que tener mucho cuidado, decir algunos “no” y buscar en Google las estafas más comunes con las que te puedes encontrar.
Ser un viajero codicioso e inflexible
Como antiguos adictos al exceso de trabajo, podemos confirmarlo: hay una especie de sed de adrenalina en querer marcar todas las casillas de tu lista de viaje. Aunque no rehuimos una buena lista de actividades, a estas alturas hemos aprendido que no se puede vivir siempre pendiente del reloj. Por muy bohemio que suene, hay que tomarse tiempo para saborear realmente las cosas. Así que, por favor, si te quedas sin tiempo para visitar el siguiente museo sólo porque estás demasiado ocupado oliendo flores en un jardín botánico, no te sientas culpable.
Estar abierto a los cambios de última hora puede marcar toda la diferencia en la valoración final de tu viaje. Hay cosas que están fuera de tu control: ¿y si el autobús llega tarde? ¿O el tiempo no es el adecuado? ¿O si te quedas sin presupuesto?
No tiene por qué convertirse en una tragedia histórica. Reinventa tu día, piensa en algo diferente, reorienta tu itinerario o pospón el viaje. Puede que acabes teniendo un día mejor de lo que habías planeado.
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